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El presidente francés, Emmanuel Macron, ha salvado a Nicolas Sarkozy, uno de sus predecesores, de un deshonor mayúsculo. El jefe del Estado galo ha decidido ... que no retirará la Legión de Honor al exmandatario, que llevó las riendas del país entre 2007 y 2012. El antaño líder de la derecha tradicional se enfrentaba a esta posibilidad desde que en diciembre lo condenaron de manera definitiva a una pena de tres años de prisión (dos de ellos condicionales) —un castigo que cumple llevando un brazalete electrónico— por el caso de las escuchas judiciales. Aunque la normativa de esta condecoración establece que debe perderla cualquier condenado a una pena mínima de un año de cárcel, Macron ha tomado una decisión contraria.
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«No voy a tomar ninguna decisión de este estilo», declaró el presidente francés el jueves por la tarde desde Madagascar, donde estaba en el marco de su gira por el sudeste de África. Con estas palabras, el dirigente de centro-derecha acabó con el suspense que permanecía desde finales del año pasado. Si Sarkozy se quedara sin la Legión de Honor, se convertiría en el primer expresidente de Francia en hacerlo desde el general Philippe Pétain, al que degradaron debido a su colaboración con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
El jefe del Estado justificó su posición asegurando que Sarkozy «se merece un respeto». «Es algo importante haber sido presidente de Francia», añadió sobre el exmandatario conservador, con el que mantiene una relación muchos más estrecha que con su predecesor, el socialista François Hollande. Con esta decisión, Macron evita enfurecer a los simpatizantes del expresidente —aún cuenta con unos elevados niveles de popularidad a pesar de sus múltiples casos de corrupción—, pero corre el riesgo de no respetar las normas. Y que la justicia administrativa se pronuncie en contra de su criterio.
La normativa de la Legión de Honor resulta cristalina. En su código interno está escrito que «excluyen de la orden a aquellas personas condenadas por un crimen y a las condenadas por una pena de prisión firme igual o superior a un año». No se establece ninguna distinción entre los expresidentes y el resto de los condecorados con esta medalla, creada en 1802 por Napoleón y que es la más importante de las que se entregan en Francia. Sarkozy la recibió en 2005 de la mano de Jacques Chirac por su labor como ministro, pero lo elevaron al rango más alto gracias a su elección como jefe del Estado.
El general Lecointre, responsable de la Legión de Honor, había afirmado el mes pasado que el hecho de que Sarkozy perdiera esta medalla era una decisión «de facto». «No me puedo imaginar que no se aplique la ley», dijo refiriéndose a las normas internas en una inhabitual rueda de prensa. La decisión final depende, sin embargo, del actual presidente, quien no parece estar por la labor. También se había opuesto en diciembre de 2023 a que se quedara sin la condecoración el conocidísimo actor Gérard Depardieu, acusado por una veintena de mujeres de violaciones o agresiones sexuales.
No obstante, la posición de Macron puede evolucionar en función de las citas judiciales del expresidente. El Tribunal de París se pronunciará el 25 de septiembre sobre el caso de la supuesta financiación de la campaña presidencial de Sarkozy en 2007 por la dictadura libia de Muamar el Gadafi. Si los jueces lo condenan, no solo conllevará una pena y una deshonra para el exdirigente, sino que también aumentará la presión sobre el actual jefe del Estado.
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